Confiar en nuestras fuerzas
Sabiendo que son limitadas
Hoy es un día muy especial para esa familia tabacalera que integramos los hombres y mujeres que compartimos una misma vocación: cultivar el suelo y una idéntica costumbre: la del esfuerzo cotidiano.
Como todos los uno de agosto, deberíamos estar en la muy querida Chicoana, demostrando nuestra capacidad productiva, manifestando nuestra fe y compartiendo la mesa con tantos buenos amigos que contribuyen a nuestro compromiso de producir para bien de toda la comunidad; pero la realidad de la pandemia no nos lo permite.
Tengamos presente que, aunque se hable de distanciamiento social y aislamiento, estamos todos muy cerca y unidos, compartiendo la esperanza de una nueva cosecha.
Un breve resumen de los resultados obtenidos, nos permiten concluir que hemos tenido un año favorable, pese a algunos inconvenientes provocados por el cierre de las fabricas de cigarrillos en virtud de disposiciones de las autoridades sanitarias y que pudieron ser sorteados por la firme decisión de nuestra cooperativa de continuar con el acopio.
Fue así como pudimos finalizar nuestra cosecha sin mayores alteraciones en las tareas habituales.
El clima, benigno como pocas veces en los últimos años, trajo un alivio a las granizadas con tan sólo 1.200 hectáreas afectadas al 100%.
Poco menos de treinta y cinco millones de kilogramos acopiados, mejoran en casi tres al acopio anterior.
El rendimiento de 1.812 kilogramos por hectárea cosechada que puede y debe ser mejorado, está en el rango de lo aceptable.
La recomposición de 46% sobre el precio del 2019, fue la mejor posible que nos permitía la necesidad de colocar tabaco, dadas las enrarecidas condiciones del mercado internacional, preservando la operatividad de la Cooperativa, hoy por hoy la mayor acopiadora de la provincia y sin la cual la producción tabacalera salteña carece de futuro.
Lo cierto es que la actividad, a diferencia de otros sectores de la economía abrumados por los quebrantos, está en condiciones de continuar produciendo, pero y esto es muy importante, extremando la prudencia para actuar en una realidad económica cargada de incertidumbre que no deja lugar para las conductas temerarias.
No podemos desconocer que las transferencias de los recursos del Fondo Especial del Tabaco, tan presentes en todos los planes que aseguran tanto la rentabilidad como la competitividad del cultivo, están sufriendo sensibles demoras. Tampoco podemos soslayar que las arcas nacionales también sufren los efectos de una dramática realidad que irrumpió sin previo aviso, dando por tierra con cualquier orden y previsibilidad de los fondos públicos.
Pero pese a todo, la estructura institucional consolidada durante largos años garantiza un soporte de gestión y de servicios de gran solidez y eficacia.
Cooperativismo y mutualismo están presentes en todas las etapas del cultivo, desde la producción hasta la comercialización.
El productor accede a la provisión de fertilizantes, agroquímicos y combustibles, seguros de salud y vida, cobertura de daños por inclemencias climáticas, atención de sus obligaciones patronales, bonificación del 50% de su consumo de gas, asesoramiento agro-técnico, servicios comunitarios de maquinarias y estufas de secado y sistemas de información inmediata de todas las noticias que hacen a su interés.
Los obreros son beneficiados por planes de responsabilidad social que van desde la contención de sus hijos en tiempos de cosecha hasta la capacitación en oficios y buenas prácticas agrícolas, sin descuidar la provisión de equipos de ropa de trabajo.
Pero lo más trascendente del soporte institucional está en la gestión gremial empresaria en defensa permanente de los derechos del sector, tantas veces vulnerados.
Hoy por hoy, la principal batalla se está librando en defensa del Fondo Especial del Tabaco que viene sufriendo importantes mermas en sus ingresos dado que casi el 15% del mercado consume cigarrillos abaratados por esos fallos judiciales que han liberado de impuestos a empresas para las que el dumping es el principal componente de su desleal competitividad.
Esta deslealtad comercial amparada por algunos jueces también tiene efectos demoledores para las arcas fiscales.
Recientemente hemos publicado con todos los otros actores de la cadena del valor del tabaco, un documento que explica esta dramática realidad.
” Del total de los recursos perdidos en los últimos cuatro años, $ 56.000 millones se estima que dejaron de percibir las provincias en concepto de Impuestos Internos, IVA, Ingresos Brutos y Fondo Especial del Tabaco; principalmente Buenos Aires ($ 9.500 millones), Misiones ($ 4.200 millones), Salta ($ 4.000 millones), Jujuy ($ 3.600 millones), Tucumán ($ 2.500 millones), Chaco ($ 2.300 millones) Corrientes ($ 1.900 millones) y Catamarca (1.200 millones). Unos 32.000 millones de pesos habrían dejado de ingresar a las arcas del Tesoro para gastos presupuestarios del Gobierno Nacional y 12.000 millones de pesos sería la pérdida para el sistema de previsión social (ANSES). En cuanto al Fondo Especial del Tabaco (FET), que financia infraestructura, desarrollo productivo, generación de empleo y asistencia de comunidades de las economías de las provincias mencionadas en el país, el recorte se calcula en más de 10.000 millones de pesos.
Esta situación afecta además injustamente a 50.000 productores de tabaco y cerca de un millón de trabajadores de la cadena del cultivo”
Es inminente un fallo de la Corte Suprema que podría sernos favorable dado que la Procuración General de la Nación ya emitió un dictamen en contra de que prosigan las medidas cautelares para evitar el pago del impuesto mínimo.
Una vez más Salta resulta pionera en la gestión. Fruto de un trabajo conjunto con legisladores conscientes de los daños que produce la ilegalidad, se logró la sanción de una ley otorga a la Dirección General de Rentas una eficaz herramienta para controlar y sancionar la venta de cigarrillos de fabricación clandestina y que ingresan de contrabando a la provincia, para alivio de la producción tabacalera y de las arcas fiscales, principales víctimas una evasión realmente preocupante. No dudamos que este recurso de control fiscal se difunda en otras jurisdicciones, sobre todo en las otras provincias productoras.
Otra gestión de acuciante prioridad fue la necesidad de crear un marco de seguridad sanitaria para una campaña agrícola con el mínimo de riesgos de infección con COVID19.
Así hemos elaborado un Programa de Prevención, que aporten instrucciones claras y precisas para que tanto obreros como empleadores puedan interactuar eficazmente en las tareas de prevención. Se trata de un trabajo realizado conjuntamente con las cámaras del Tabaco de Salta y Jujuy, funcionarios de ambos gobiernos, Cooperativa de Productores Tabacaleros de Salta, Cooperativa de Tabacaleros de Jujuy, Asociación Conciencia, Latitud Sur, Obra Social de los Trabajadores Rurales y Estibadores de la República Argentina (OSPRERA) Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE) Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (RENATRE) e Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) y que ha sido sometido al estudio y aprobación de las autoridades sanitarias de la provincia.
El futuro inmediato es un gran desafío para los dirigentes e ineludible la responsabilidad de definir líneas claras a sus representados en el marco de incertidumbre que se avecina.
La Organización Internacional del Trabajo asegura que “El mundo del trabajo se ve profundamente afectado por la pandemia mundial del virus. Además de ser una amenaza para la salud pública, las perturbaciones a nivel económico y social ponen en peligro los medios de vida a largo plazo y el bienestar de millones de personas. La OIT y sus mandantes –gobiernos, trabajadores y empleadores– tendrán un papel decisivo en la lucha contra el brote, pues han de velar por la seguridad de las personas y la sostenibilidad de las empresas y los puestos de trabajo”
Nada se puede asegurar sobre el comportamiento de los mercados. Casi todos los compradores de tabaco argentino han sufrido pérdidas económicas de gran magnitud y sería aventurado proyectar seriamente una demanda para la post pandemia.
El abogado estadounidense William Arthur Ward, poeta y soldado afirmaba que el pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie y el realista ajusta las velas.
Estamos en un momento crítico que exige nuestro realismo más descarnado.
Tomar conciencia de que dependemos de nuestras propias fuerzas y que estas son limitadas, es la mejor manera de sacarles el mayor provecho.
Más que nunca tiene vigencia nuestra constante predica de adecuar nuestras plantaciones a los compromisos de compra reales y efectivos y considerar el adecuado equilibrio entre tierra, agua, instalaciones, herramientas y maquinarias y recursos financieros. Ese el límite que no deberemos traspasar si queremos evitar daños mayores a los que muy posiblemente habremos de sufrir en nuestro desafío de producir en las situaciones económico sociales.
Una hectárea plantada más allá de nuestras reales posibilidades será un quebranto personal con repercusión social.
Lo deseable no está en plantar más hectáreas sino en lograr un mayor rendimiento por cada una de las que con sensatez plantemos, lo que podemos y debemos lograr.
Decíamos al principio de nuestra vocación de cultivar el suelo y de nuestra costumbre del esfuerzo cotidiano.
Eso hace que estemos dichosamente condenados a seguir produciendo ya que tenemos todas las condiciones para continuar haciéndolo.
Esteban Amat Lacroix